Por Adrián Pertoldi
El cuadro de situación de Boca en la corriente temporada dista de ser lo ideal. Consumada la eliminación ante Vélez por la Copa Sudamericana, justa por dónde se la mire, ya que el conjunto de Ricardo Gareca demostró en los 180 minutos un nivel futbolístico y físico ampliamente superior a lo mostrado por Riquelme y cía sólo quedará como objetivo en este segundo semestre el Torneo Apertura y una posible clasificación, lejana por cierto, a la Copa Libertadores 2010. En el torneo local, se encuentra a 7 puntos del líder Rosario Central y viene de perder de forma categórica ante Atlético Tucumán, partido que reflejó ante todo la escasa capacidad física de un equipo, que tras la gira exitosa por Europa en plena pretemporada, no soporta un ritmo constante de despliegue. Ayer fue más de lo mismo. Un correcto primer tiempo, en el que Boca mereció haberse puesto en ventaja, pero con el complemento en marcha el bajón físico se hizo presente y por ende las ideas para dañar el arco de Montoya desaparecieron. Allí Vélez, viejo zorro, que sabe perfecto lo que pretende, aprovechó las diferentes desavenencias en el fondo visitante, asunto por demás repetido en esta segunda era de Basile, y así pudo liquidar el pleito.
En términos tácticos, Boca asumió desde el partido con Argentinos una filosofía marcada de reunir volantes de buen pie (Riquelme, Insúa y Guillermo Marino) con el propósito de abastecer a Mouche y Palermo, sosteniendo la idea de que este modo Boca ganaría mayor volumen de juego y profundidad en el arco rival. Los resultados no fueron los esperados. Tampoco las apariciones del prometedor Nicolás Gaitán, pensando más en la jugada individual perfecta que en el devenir general del conjunto, sirvieron de alicientes para un preocupado Basile, quien dibuja en su mente la forma de encarrilar a un grupo de futbolistas, que hoy por hoy, no encuentran el camino. Chau Sudamericana, lejos Apertura y la clasificación a la Libertadores casi como una utopía. Inesperado en tan poco tiempo.
El cuadro de situación de Boca en la corriente temporada dista de ser lo ideal. Consumada la eliminación ante Vélez por la Copa Sudamericana, justa por dónde se la mire, ya que el conjunto de Ricardo Gareca demostró en los 180 minutos un nivel futbolístico y físico ampliamente superior a lo mostrado por Riquelme y cía sólo quedará como objetivo en este segundo semestre el Torneo Apertura y una posible clasificación, lejana por cierto, a la Copa Libertadores 2010. En el torneo local, se encuentra a 7 puntos del líder Rosario Central y viene de perder de forma categórica ante Atlético Tucumán, partido que reflejó ante todo la escasa capacidad física de un equipo, que tras la gira exitosa por Europa en plena pretemporada, no soporta un ritmo constante de despliegue. Ayer fue más de lo mismo. Un correcto primer tiempo, en el que Boca mereció haberse puesto en ventaja, pero con el complemento en marcha el bajón físico se hizo presente y por ende las ideas para dañar el arco de Montoya desaparecieron. Allí Vélez, viejo zorro, que sabe perfecto lo que pretende, aprovechó las diferentes desavenencias en el fondo visitante, asunto por demás repetido en esta segunda era de Basile, y así pudo liquidar el pleito.
En términos tácticos, Boca asumió desde el partido con Argentinos una filosofía marcada de reunir volantes de buen pie (Riquelme, Insúa y Guillermo Marino) con el propósito de abastecer a Mouche y Palermo, sosteniendo la idea de que este modo Boca ganaría mayor volumen de juego y profundidad en el arco rival. Los resultados no fueron los esperados. Tampoco las apariciones del prometedor Nicolás Gaitán, pensando más en la jugada individual perfecta que en el devenir general del conjunto, sirvieron de alicientes para un preocupado Basile, quien dibuja en su mente la forma de encarrilar a un grupo de futbolistas, que hoy por hoy, no encuentran el camino. Chau Sudamericana, lejos Apertura y la clasificación a la Libertadores casi como una utopía. Inesperado en tan poco tiempo.