jueves, 16 de julio de 2009

Hasta América no paró

Por Adrián Pertoldi

Un proverbio chino denota que “las grandes almas tienen voluntades; las débiles tan solo deseos”. Ahí quizás encontremos la respuesta para intuir por qué Estudiantes es por cuarta vez campeón de la Copa Libertadores. Los jugadores de Estudiantes tienen el alma así de grande como el estadio Mineirao, al cual enmudecieron en ráfagas de minutos truncando una fiesta que se preveía lógica hace una semana. Lejos de amilanarse con la presencia de 70.000 brasileños, el León honró su mágica historia copera, de hazañas inclasificables y pegó el gran grito. ¿Qué hubiese pasado si el juvenil Ramón Lentini no ponía la testa para clasificar agónicamente en el choque de repechaje ante Sporting Cristal? Meras suposiciones.

Se debe sostener un análisis de este Estudiantes campeón a partir de cinco razones.
· Un arquero de nivel internacional como Mariano Andujar, titular para Maradona en la selección, quien fue pieza indispensable en la fase final, en especial las dos visitas a Uruguay, y siempre mostró la seguridad suficiente en los diversos pasajes de la Copa donde su presencia ameritaba.

· Parecen lejanas las épocas donde Mauro Boselli se sentaba en el banco de suplentes de Boca para esperar algún resabio de minutos para poder desarrollar lo que sabía. En el día de ayer, Mauro se recibió crack. Presencia, calidad y un olfato goleador que muy pocos poseen.

· Una dirigencia seria que viene fortaleciendo al club con un proyecto a largo plazo, donde se compactan tanto los juveniles como los refuerzos que llegaron a La Plata. Esa simbiosis de futbolistas consagrados con chicos que apenas están dando sus primeros pasos constituyen un eslabón fundamental para entender este presente.

· La superación de las adversidades. De bancarse perder a dos soldados claves como Agustín Alayes y Marcos Angeleri y que tanto Cristian Cellay como la incorporación repentina de Rolando Schiavi, tapando el hueco del puesto de central, pudieran reemplazarlos con creces.

· Aquí quizás encontremos la razón más: Juan Sebastián Verón. De entraña pincharrata, con su viejo que es parte fundamental en la historia de Estudiantes, con esas ganas de hincha que lo hicieron volverse de Europa cuando decenas de conjuntos lo requerían. La Brujita no fue a tirar sus últimos cartuchos en el equipo que ama sino al contrario quiso repetir lo que hizo su papá Juan Ramón.

Párrafo aparte se merece Alejandro Sabella, quien luego de acompañar como ayudante de campo a Daniel Passarella en diferentes equipos y selecciones aceptó este desafío allá por marzo cuando Leonardo Astrada se había alejado de la entidad y el club navegaba en la intrascendencia tanto en la Copa Libertadores como en el torneo doméstico. A través de su mano, Estudiantes mutó hasta llegar a erigirse como un equipo aguerrido, de presión constante en todas las líneas, con aciertos tácticos en varios futbolistas como Cristian Cellay y en especial con Enzo Pérez, el mendocino que ayer sacó chapa a base de compromiso, despliegue y por sobre todo, quizás el don especial de este Estudiantes, una inteligencia inquebrantable durante los noventa minutos. ¿Qué hubiese pasado si el juvenil Ramón Lentini no ponía la testa para clasificar agónicamente en el choque de repechaje ante Sporting Cristal? América se habría perdido a un gran equipo. Salud Campeón.

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