Alguno lo considerará como una filosofía de vida o una forma de ver la coyuntura diaria. Lo que sí estoy convencido es que, en cualquier ámbito de la vida, el que no arriesga no gana. Te pasa a vos, a mi y hasta cualquiera que está sentado en una esquina, tener esa sensación de adrenalina que acarrea atreverse en un determinado tema, lógicamente sin conocer los resultados que tendrán nuestras acciones.
Mirándolo a partir de otra perspectiva, el fútbol no puede quedar de lado de esta discusión teórica sin aparente resolución, e insertándonos en esta esfera, debemos poner en tela de juicio ciertas actitudes de los técnicos, quienes pululan por Argentina con su librito conservador cuya esencia se basa en rescatar un puntito para poder seguir en su puesto por una semana.
Es la ley del mercado, dirán algunos, aunque lo peor es que los entrenadores aceptan esta cuestión sin el menor reproche. Ayer contemplé uno caso extremo, como fueron los cambios que realizó Guillermo Sanguinetti en el clásico de La Plata ante Estudiantes. Perdiendo por 1 a 0 y con diez hombres ubicó una línea defensiva compuesta por tres futbolistas la cual neutralizó el ataque Pincha y hasta se dio el gusto de empatarle tras una buena conexión entre los delanteros (Martinena y Niell) que finalmente definió Sebastián Romero.
En esos momentos del partido el Lobo tenía el control territorial y el absoluto dominio del balón. Sin embargo, y tomando una actitud conservadora e inentendible, en un encuentro que le pedía una dosis de grandeza para mirar el arco contrario, sacó al chiquitito Niell, quien venía siendo un dolor de cabeza para los defensores de Estudiantes y colocó al defensor Jorge San Esteban. En vez de lanzarse a conseguir un triunfo que parecía al alcance de la mano prefirió la mediocridad de mantener un statu quo que le permitía seguir en el banco por una semana más.
Lo pagó caro. Sumado a la salida también inexplicable de Mariano Messera, encargado de armar juego, dejó que se viniera el conjunto de Astrada, que a la postre se quedaría con los tres puntos a través de dos perlitas de Boselli y Calderón. Ojo que la idea no es castigar a Sanguinetti sino ejemplificar en un caso que se repite a montones en nuestro ya deteriorado fútbol. Sobran los casos de técnicos que planifican su trabajo para al menos no perder y que tras sumar un punto en condición de visitante lo festejan como si fuese un campeonato.
Al no existir la palabra proyecto, y mucho menos a largo plazo, todo se deriva a lo que suceda durante los 90 minutos. Allí aparecen los miedos a perder, a que te echen, hasta que te escupan como le pasó a Vitamina Sánchez, un emblema de Rosario Central, que lo denigran sus propios hinchas de la peor manera. Situaciones que a esta altura se toman como normal. Pero no lo son...
1 comentario:
Muy buena nota Adrián. El Lobo no parece ver horioznte promisorio.
AUreliano un verdadero trotamundo.
Excelentes notas!!!
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