Por Adrián Pertoldi // note-doble5@hotmail.com
Cómo son las cosas de la vida y su inexorable correlato con el plano deportivo. Hace apenas dos años Juan Pablo Sorín era el capitán de la selección argentina en el Mundial 2006 disputado en Alemania y su figura destellaba en un contexto donde se erigía como un futbolista de relieve internacional. Por estos días, su situación dista de ser la ideal de aquellos tiempos, ubicado en un conjunto de segundo orden europeo como lo es el Hamburgo, equipo en el que apenas pudo disputar 24 partidos en 2 años, debido a diversos y reiterados inconvenientes musculares que le imposibilitaron mostrarse en el mejor nivel.
En el día de hoy, el equipo alemán notificó a los medios de prensa que rescindió el contrato que los vinculaba con el defensor, que culminaba a mediados de 2009. "La propensión de Juan Pablo a lesionarse no nos permite planificar de cara al futuro. Hemos encontrado la mejor solución para ambas partes", cita el diario "Bild" al director deportivo del club, Dietmar Beiersdorfer.
La frase del dirigente suena cruda y desproporcionada en algún aspecto pero sin embargo no carece de validez, ya que desde octubre Sorín no participa activamente del certamen alemán, cuya presencia se basó simplemente a cinco partidos. Muy poco para una inversión de casi 4 millones de dólares, cifra que le costó al Hamburgo hacerse cargo del pase del futbolista, que por ese momento militaba en el Villarreal. Dicha cuestión se solucionará en estos días con una indemnización de un millón de dólares que cobrará el ex River, por haberse finiquitado el contrato de manera unilateral.
Se terminó el periplo de Sorín por Alemania. Quedan lejanas esas imágenes del símbolo de la selección, de un todoterreno que se lo peleaban los grandes equipos de Europa, de un futbolista que seguramente se merece otro punto final para su carrera.
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